Aprender a dormir, por muy fácil que nos parezca a los adultos, es un arte que hay que entrenar desde recién nacidos y si el niño no padece ningún trastorno especial detectado por un médico, a través de la repetición constante de rituales nuestros pequeños lo interiorizarán y lo asociarán a emociones positivas.
La regla de los 3 pasos.
Paso 1. Introducción de un ritmo vigilia-sueño regular.
Con 1 mes de edad, la relación con el sueño suele ser óptima; los bebés duermen todo el tiempo, hasta 20 horas al día pero lo hacen de manera irregular así que el aprendizaje importante en esta etapa es distinguir el día de la noche. Esto les permitirá empezar gradualmente a dormir más seguido por la noche, y menos por el día.
Para conseguir esto, es importante mantener el cuarto con luz muy baja por la noche, no entretener al bebé más allá que con caricias, sin hablar ni cantar e incluso evitando el contacto visual. El bebé no se sentirá solo porque ya sólo con el tacto y el olor, tendrá todo el amor que necesita en ese momento.
Durante el día, el bebé debería dormir en un cuarto con luz natural, sin que tengamos especial cuidado con mantener el silencio a su alrededor (se puede ver la tele, encender la lavadora, hablar en tono de voz normal).
Otra manera de reforzar la diferenciación día y noche es llevar a tu hijo/a a pasear durante el día ya que según los estudios, los niños de pocas semanas que dominan el arte de dormir suelen recibir el doble de luz entre las 12 y las 16 que los niños que duermen mal, gracias al hecho que la exposición a la luz ayuda a regular la hormona del sueño, la melatonina, que a su vez regula el ritmo circadiano.
En cuanto a cómo dormir al pequeñito/a, seguir con cariño todo lo que funciona desde el inicio de los tiempos: mecer, cantar, arropar, palmaditas delicadas en el culete, contacto piel con piel sin miedo a “malcriar”; con esta edad es imposible. Eso sí, es importante intentar mantener los estímulos cuanto más básicos posible para no correr el riesgo de crear unos hábitos difíciles de quitar más tarde ya que las costumbres en los niños suelen permanecer, sobre todo a partir de los 3 meses.
Paso 2. Ayudar al niño a aprender a dormir solo.
Con 1 mes y medio de edad se puede empezar a enseñar a nuestro bebé que no pasa nada si no se duerme en los brazos de papá y mamá y que puede instaurar una buena relación con su cuna. El objetivo final es poder acostar a nuestro bebé estando despierto de manera que aprenda sin miedo a volver a dormirse solo, si durante la noche se desvela.
Cuando el bebé aprenda a relajarse solo, habrá construido los cimientos para dormir toda la noche seguida y lograr un sueño reparador para si mismo y para toda la familia. La técnica de entrenamiento consiste como siempre en gradualmente enseñar el nuevo arte.
Después de asegurarse de que el bebé esté bañado y haya comido recientemente, adoptar la técnica para dormirle que mejor haya funcionado hasta ese momento pero esta vez, acomodándole en la cuna cuando no esté del todo dormido/a y quedarse a su lado unos minutos hasta que se relaje. Si durante un tiempo se remueve y se queja un poco, intervenir con estímulos delicados sin cogerle en brazos. Y si no funciona en este primer intento, cogerle en brazos y volver a aplicar el mismo proceso desde cero.
No perdáis la fe; aprender a dormirse solo es una habilidad complicada y se necesita tiempo y paciencia pero todo el esfuerzo invertido ahora, tendrá un retorno muy valioso más tarde, cuando nuestro niño/a tendrá una relación ideal con el sueño.
Paso 3. Ajustar las horas de inicio y final de sueño a las necesidades individuales.
A partir de los 2 meses se puede empezar a introducir poco a poco unos rituales (siempre y cuando el bebé no padezca cólicos fuertes que lo incomoden) para enseñar a los pequeños a reconocer los indicios de la hora de dormir:
Identificar la hora en la que el bebé sabe que ha empezado la noche. Normalmente con esta edad se puede empezar a intuir un momento en que el bebé, después de quedarse saciado de leche, se “prepara” para la noche y duerme más horas del tirón que todo el resto del día. Si esto pasa 3 noches seguidas más o menos siempre a la misma hora, ésta es su «hora de acostarse» que puede ser a las 19 como a las 23. No hay que forzarlo.
Media hora antes de esa “hora de acostarse” se puede introducir el baño para que nuestro bebé se vaya relajando y preparando para dormir. Pero no es obligatorio.
Después de la toma, llevarlo a su cuna con luces bajas y ayudarlo a que se duerma con los métodos habituales mencionados antes. Después de unos días así y siendo consistentes, debería reconocer que ha empezado la noche y que es hora de dormir más tiempo.
Aunque parezca contrario a la lógica, no sirve tener al niño/a despierto durante el día, pensando que va a dormir más por la noche. Es más, el riesgo es que duerma incluso peor. Igual que los adultos cuando nos acostamos exhaustos tenemos un sueño agitado, lo mismo pasa a nuestros pequeños. Hay que mantener una consistencia en el sueño de día para que el de la noche sea pacífico. Como mucho se puede intentar que el bebé no duerma más de tres o cuatro horas seguidas durante el día pero en general hay que seguir sus preferencias, sin forzar nada y asegurarle un constante descanso diurno.
Otras recomendaciones útiles.
A partir de ahora hay que seguir con lo anterior e ir asociando cada vez más la hora de dormir con cosas positivas que puede ser momento mamá, momento papá, momento libro, llevamos los juguetes a dormir, poner siempre la misma música de fondo y nunca usar lo de ir a dormir como un castigo.
Dependiendo del niño/a, a veces también es mejor no hablar de cosas excitantes que pasarán al día siguiente: primer día de cole, visita de familiares, cumpleaños para que sus pensamientos no se aceleren.
Si vuestro hijo/a pide que se quede alguien hasta que se duerma, es importante acceder, pero gradualmente ir construyendo su independencia. Si por ejemplo, la primera vez se duerme en brazos mientras le cantamos una canción, la segunda hacemos lo mismo pero sin cantar, la tercera lo acomodamos en la cama medio dormido, la cuarta un poco menos dormido, la quinta despierto pero nos quedamos allí hablándole en bajito, la sexta nos quedamos unos pasos más alejados y la séptima nos ve pero estamos ya fuera de la habitación. Cada familia puede construir el proceso que mejor encaje pero lo importante es ir poco a poco reduciéndolo.
A partir de los 2 años es importante mantenerse consistentes ya que con esta edad empiezan a testar los límites y con unas pocas veces que cedamos a sus ruegos de no irse a dormir, o de ir más tarde, acaban ganando ellos!
Si queremos hacer una excepción, lo cual de vez en cuando es muy recomendable, lo tenemos que decir claramente, que es sólo por hoy por ser una ocasión especial por ejemplo navidades, o visitas de amigos/familiares.
Nuestra propuesta natural para ayudarte a que duerman mejor:
Línea Sueño
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